lunes, 23 de noviembre de 2009

Abril


Que piense la mitad del tiempo en cualquier otra cosa,
no confundirme entre tanta nada
(ha de ser de otro la culpa de tanto vacio).
Tocar de pronto el fondo frio de tu espalda.
Moverme entre pasillos, siguiendo la risa de quien rie.
Entendernos como algo mas que nosotros,
limpiando, esta vez, el barro helado de los pies.
Absorber las melodias que salen de las bocas
de todos los que se encuentren alli.
Y gritar de una vez que yo soy aquel que te vio salir de las sombras,
con todos tus silencios, con todo eso que no sabias donde poner.
Las manos blancas apretadas entre las rodillas,
aturdida de voces y llantos.
Marcando el modo irracional de tus pasos,
los surcos imperfectos de tus gestos.
Yo no voy a quedarme en este preambulo de pupilas mudas,
de sonrisas consumidas por el rostro ajeno.
Yo voy a cuidar tus lagrimas, lavar tu sangre y cargar tu cruz.
Soy yo el que resucita cada vez que te mueres
Para inventarte, una y otra vez.





A Abril...