La lluvia bajó del cielo su figura,
materializada en canto y arte.
En partituras de revolución,
en versos que la nombran.
En insólito río de cabellos al aire.
Su espalda a la luz de la luna
desviste y desgarra las ganas.
Detras de la ropa, el insitinto aguarda
para cubrirla.
Sus manos moldean delirios,
barros de hombre.
Su risa se clava en las paredes de mi cuerpo,
mutilandolo
y dejando sangrar el sueño,
cuando sus ojos,
inundados de mar calmo, me miran...
y me cuentan historias para dormir.