jueves, 3 de diciembre de 2009

La rara

Su vestidito naranja


sus manitas


sus ocho vientres


su piel de arena


su sangre amarga


y su pelo azul



Ojalá ojalá


esas fueran sus rarezas


digo, fueran las únicas


y no hubiese otras tantas


como decir


su capacidad de no entender nada


de hacerse la que te ama


de fingirte si estás flotando


qué capacidad loca


para reírse desde el intestino


para vomitar todos los domingos


para sembrar mariposas en el mar

para ponerle sobrenombre a las fantasías

y beberse todo el llanto

de los demás

(de creer en los demás

de ser a veces los demás)

De ser casi todos los días.

De venir y sentarse a dormir.




Agradecimiento: Estas palabras arriba escritas corresponden a la pluma de Ori. Debo decir (sobre todo a ella), que se han ido acomodando en mi cabeza para conformar un episodio único: La reconstrucción, pieza por pieza, de aquella mujer que se me había caído de las manos. Acaso, una que recupero después de estas líneas. Limpia, intacta. Vuelve hoy. Oriana la trajo… Y este es mi diminuto modo de agradecerle.